¿Qué Dijo Jesús acerca de si mismo?
La solución perfecta de Dios
Durante sus tres años de vida pastoral pública, Jesús nos enseñó cómo vivir y realizó muchos milagros, e incluso resucitó a gente de la muerte. Pero él dijo que su misión principal era salvarnos de nuestros pecados.
Jesús proclamó que él era el Mesías prometido, que asumiría nuestra iniquidad. El profeta Isaías había escrito sobre el Mesías 700 años antes, dándonos varias pistas sobre su identidad. Pero la pista más difícil de entender es que el Mesías sería ¡hombre y Dios a la vez!
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado. Y su nombre será… Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Is. 9:6)
El autor Ray Stedman escribe sobre el Mesías prometido de Dios: «Desde el comienzo mismo del Antiguo Testamento, hay una sensación de esperanza y expectativa, como el sonido de pasos que se acercan: ¡Alguien se acerca!…Esa esperanza aumenta a lo largo de los relatos de los profetas, a medida que uno tras otro declara un indicio más: ¡Alguien viene!»[8]
Los antiguos profetas predijeron que el Mesías sería la ofrenda perfecta de Dios por los pecados, satisfaciendo su justicia. Este hombre perfecto sería capaz de morir por nosotros. (Is. 53:6)
Según los autores del Nuevo Testamento, la única razón por la que Jesús podía morir por el resto de nosotros es porque, como Dios, él vivió una vida moralmente perfecta, y no sería juzgado por sus pecados.
Es difícil entender cómo la muerte de Jesús pagó por nuestros pecados. Una analogía judicial podría servir para explicar cómo Jesús resuelve el dilema del amor perfecto de Dios y la justicia.
Imagínese entrar a una sala de tribunal, siendo usted culpable de un asesinato (usted tiene serios problemas). Al acercarse al juez, usted se da cuenta de que el juez es su padre. Usted sabe que él le ama, e inmediatamente empieza a rogarle, «Papá, ¡suéltame!»
A esto le responde, «Yo te amo hijo, pero soy juez. No puedo simplemente liberarte».
Él está desgarrado. Finalmente, golpea su martillo y lo declara culpable. No se puede renunciar a la justicia, por lo menos no lo puede hacer un juez. Pero porque a usted le ama, él se quita su toga y ofrece pagar la pena en su lugar. Y en efecto, él toma su lugar en la silla eléctrica.
Éste es el relato que nos cuenta el Nuevo Testamento. Dios descendió a la historia humana, en forma de Jesucristo, y fue a la silla eléctrica (es decir: la cruz) en vez de nosotros, por nosotros. Jesús no es otra persona, no es un chivo expiatorio que asume nuestros pecados, es Dios mismo. Dicho llanamente, Dios tenía dos opciones: juzgarnos por nuestros pecados o asumir el castigo él mismo. Con Jesucristo, él eligió el segundo.
Aunque Bono de U2 no pretende ser un teólogo, describe de manera acertada el motivo de la muerte de Jesús:
El propósito de la muerte de Jesucristo es que Jesucristo asumió los pecados del mundo, de manera que nosotros no recogimos lo que habíamos sembrado, y de modo que nuestra naturaleza pecadora no tenga como consecuencia la obvia muerte. Ésa es la razón. Eso nos debe mantener humildes. No son nuestras propias buenas obras las que nos hacen pasar por las puertas del Cielo. [9]
Es decir, que la justicia perfecta de Dios se satisface completamente con la muerte de su Hijo, Jesucristo. Todos nuestros pecados, sin importar cuán malos sean o hayan sido, son pagados íntegramente por la sangre de Cristo.
Algunas personas creen que no necesitan un salvador, pensando que Dios debe estar complacido por sus vidas y sus acciones caritativas. Ellos no se consideran pecadores. Esto se da particularmente con las personas que pasan gran parte de sus vidas tratando de vivir según un código moral o religioso particular.
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