Fuera de su control
Imagínese ganar la lotería Powerball con sólo un boleto entre millones de boletos vendidos. Ahora imagínese ganar cien de estas loterías seguidas. ¿Qué pensaría la gente? Sí, “¡Fue trampa!”
A lo largo del tiempo, se ha dicho algo parecido sobre la realización por Jesús de las profecías del Antiguo Testamento. Se acepta que Jesús cumplió las profecías mesiánicas, pero lo acusan de vivir su vida de manera que intencionalmente las cumpla. Es una objeción razonable, pero no es tan plausible como puede parecer.
Considere la naturaleza de sólo cuatro de las profecías mesiánicas:
- Su linaje sería de David (Jeremías 23:5).
- Su nacimiento sería en Belén (Miqueas 5:2).
- Él migraría a Egipto (Oseas 11:1).
- Él viviría en Nazaret (Isaías 11:1).[9]
Y, ¿qué podría hacer Jesús para cumplir con estas profecías? Ni él ni sus padres tenían ningún control sobre su linaje. Su nacimiento en Belén fue el resultado de un censo ordenado por César Augusto. El traslado de sus padres a Egipto fue a causa de la persecución del Rey Herodes. Y una vez que había muerto Herodes, los padres de Jesús lógicamente decidieron reasentarse en Nazaret.
Incluso si a una temprana edad un Jesús impostor hubiera notado las profecías que cumplió accidentalmente, y hubiera decidido tratar de ver si podía cumplir con el resto (como si alguien decidiera ganar todas y cada una de las manos en un juego de cartas), las probabilidades igual estarían imposiblemente en su contra. Considere algunos de los factores en las profecías que ya hemos mencionado: el Mesías sería traicionado por 30 piezas de plata; sería asesinado mediante la crucifixión; y la gente tiraría dados por su ropa. Todas estas profecías se cumplieron para Jesús, ¿pero qué control tenía él sobre cualquiera de ellas?
Los estudiosos de la Biblia nos cuentan que casi 300 referencias a las 61 profecías específicas del Mesías que fueron cumplidas por Jesucristo. Las probabilidades de que una persona cumpla tantas profecías estarían más allá de cualquier posibilidad matemática. Nunca podría llegar a suceder, sin importar cuánto tiempo pasara. El cálculo de un matemático de estas probabilidades imposibles fue, “una posibilidad entre un billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón”.[10]
A Bertrand Russell, un ateo decidido, se le preguntó en una entrevista en la revista Look qué pruebas tendrían que haber para que él crea en Dios. Russell respondió, “Bueno, si yo escucho una voz del cielo y ésta predice una serie de cosas y éstas llegan a ocurrir, entonces supongo que tendría que creer que existe algún tipo de ser sobrenatural”.
El estudioso de la Biblia Norman Geisler dijo en respuesta al escepticismo de Russell, “Yo diría, ‘Sr. Russell, sí hubo una voz del cielo; predijo muchas cosas; y sin lugar a dudas las hemos visto ocurrir”.[11] Geisler se refería al hecho de que solamente un Ser transcendente que estuviera fuera del tiempo sería capaz de predecir eventos futuros de manera precisa.
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