Un escéptico quien pensó que Jesús era un mito fue el periodista británico Malcolm Muggeridge. Pero en un trabajo en televisión a Israel, Muggeridge fue enfrentado con evidencia sobre Jesucristo que él no sabía que existía. Así como él revisó lugares históricos – el lugar de nacimiento de Jesús, Nazaret, el lugar de la crucifixión y la tumba vacía- un sentido de la realidad de Jesús empezó a emerger.
Más tarde el declaró:
Fue mientras yo estaba en Tierra Santa con el propósito de hacer tres BBC programas de televisión en el Nuevo Testamento que… ciertamente el nacimiento de Jesús me tomó, ministerio y crucifixión… me volví consciente de que realmente había habido un hombre, Jesús, quien fue también Dios.[15]
Un gran crítico académico alemán, en los siglos 18 y 19, había cuestionado la existencia de Jesús, señalando que tales figuras claves como Poncio Pilatos y el principal sacerdote Caifás en los relatos de los evangelios nunca han sido confirmados como reales. No fue posible refutarle hasta mediados del siglo 20.
Los arqueólogos en 1962 confirmaron la existencia de Pilatos cuando ellos descubrieron su nombre incluido en una inscripción en una piedra excavada. Igualmente, la existencia de Caifás fue un incierto hasta 1990, cuando un osario (hueso cuadrado) fue descubierto llevando su inscripción. Los arqueólogos han descubierto también lo que ellos creen es la casa de Simón Pedro y la cueva donde Juan el Bautista hizo su bautismo.
Por último, tal vez la evidencia más convincente de que Jesús existió fue el rápido levantamiento de los cristianos. ¿Cómo puede explicarse sin Jesús? ¿Cómo puede este grupo de pescadores y otros hombres trabajadores inventar a Jesús en unos escasos años? Durant respondió su pregunta introductoria -¿Existe Cristo?- con la siguiente conclusión:
Que unos pocos y simples hombres debieran en una generación haber inventado tan poderosa y atractiva personalidad, tan elevada ética y tan inspirada visión de la fraternidad humana, sería un milagro mucho más increíble que ningún otro relatado en los evangelios. Después de dos siglos de mayor critica las líneas generales de la vida, el carácter y la enseñanza de Cristo, permanece razonablemente limpio, y constituye el más fascinante rasgo en la historia del hombre occidental.
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